
Este horror no es solo un problema numérico; es una herida social.
Por: Dámaris Morán
Los datos filtrados por la Secretaría de Salud revelan una realidad que hiere nuestra conciencia y nuestro pacto social: en 2024, al menos 30 niñas entre 10 y 12 años dieron a luz en México, bajo custodia de hombres adultos de hasta 60 o incluso 65 años. Estas cifras son un grito de alarma. Niñas que deberían estar jugando, estudiando, aprendiendo, vieron sus cuerpos vulnerados por violencia sexual y reproductiva. Detrás de cada una hay un sistema que falló: las escuelas, las familias, las autoridades y los servicios de salud.La emocionalidad del dato choca con la frialdad institucional. En San Luis Potosí, se ha documentado una menor de Matehuala con tan sólo 11 años de edad que se convirtió en madre, y el padre 48 años. Pero como esta historia, hay más; en el Estado de México, Chiapas, en Guerrero, Veracruz, Puebla, Chihuahua, Guanajuato, Nuevo León, Colima, entre otros estados que tienen la particularidad de que el victimario supera hasta los 40 años de diferencia entre la víctima. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Detrás de cada maternidad infantil no planificada hay una historia de abuso, coerción y falta de certeza. Estudios de la Red por los Derechos de la Infancia en Mexico (REDIM) estiman que al día 22 niñas menores de 14 años dan a luz en el país, y que miles más quedan atrapadas en un ciclo de pobreza, abandono escolar y precariedad vital.Reflexionemos: este horror no es solo un problema numérico; es una herida social. Los cuerpos de esas niñas, en etapas de desarrollo físico y emocional, enfrentan riesgos graves: mayores probabilidades de complicaciones obstétricas, anemia, desnutrición o pérdida de oportunidades futuras. Y luego, el estigma y el aislamiento. Nuestro país ha avanzado en políticas, pero el embarazo en niñas menores refleja el fracaso de la educación sexual, la carencia de acceso a métodos anticonceptivos y la falta de una protección efectiva frente a agresores, a menudo cercanos y adultos.Con indignación y urgencia debemos exigir medidas contundentes: protocolos eficaces de detección de abuso en escuelas, acceso real a la interrupción legal del embarazo para niñas, fortalecimiento de la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA) y castigo ejemplar a quienes reproducen este horror. No basta señalar; hay que actuar. Porque cada maternidad infantil representa una infancia robada, un renuncio a la esperanza. En nombre de la justicia y del futuro, reclamemos con voz unificada: niñas, no madres.#NiñasNoMadres #MaternidadInfantil #JusticiaParaLasNiñas #Vi0l3nciaSexu@l #México #DerechosDeLaInfancia #QueSeHagaJusticia #NoMásSilencio #InfanciaRobada #ProtecciónYa